Hace dos semanas vi el debate entre el Presidente Joe Biden y el ex-Presidente Donald Trump, y me quedé impresionado.
Antes del debate, me lo imaginaba como una pelea entre dos viejos robots Rock Em Sock Em. Dos contrincantes, uno rojo y el otro azul, tirándose puños verbales, hasta que un upper cut conectara con la barbilla del otro, y su cabeza saliera disparada.
Pero lo que vi fue algo muy diferente. Vi la evidente debilidad física y mental del Presidente, y sentí pánico.
Al principio creí que era el pánico de que Trump ganara las elecciones, pero después me dí cuenta que era el pánico del que ve de pronto una verdad que se ha estado ocultando a sí mismo por mucho tiempo. El pánico que resulta de darse cuenta de la capacidad que uno tiene de engañarse a uno mismo. De dudar de lo que vemos con nuestros propios ojos.
El debate me hizo preguntarme si mi imagen de Trump era fiel a la realidad. ¿Será posible que Trump no sea la figura absolutamente escandalosa que imagino que es? ¿Será posible que Trump sea tan solo la contra-imagen de Biden? ¿Es Trump un ser que repite los gestos del falso Biden, pero del otro lado del espejo?
El debate me recordó la famosa escena de la película El Mago de Oz, cuando Dorothy llega a la ciudad esmeralda y descubre que el Mago, no es otra cosa que un viejecito bajo y pequeño que se esconde detrás de una cortina, y que proyecta la cabeza fantástica de Oz con una cámara de televisión.
Con su voz falsa, el viejecito le ordena a Dorothy, “¡Ignora al hombrecito detrás de la cortina!” Pero Dorothy, espantada, no puede apartar la mirada.
¿Quién es el viejecito detrás de la cortina del debate presidencial? Y ¿qué dicen las imágenes que proyectan su cámara de televisión? No me refiero sólo a la imagen de Biden y de Trump. También me refiero a la imagen de la ciudad esmeralda, de los enanos alegres, y del mundo tecnicolor.
Como le dice Dorothy a su perro Toto, “tengo el presentimiento que no estamos en Kansas ya.”
Con horror, me doy cuenta de que el pánico del viejecito detrás de la cortina es la expresión de mi propia cara.
Me pregunto si detrás de la imagen de Biden y de Trump se oculta nuestro deseo de fuerza y de juventud. Si los dos son pantallas que ocultan mi edad avanzada, mi vulnerabilidad, y mi imperfección.
Y si detrás del debate entre contrincantes de mentira, detrás de la pelea entre el Rock Em y Sock Em de mi infancia, se oculta un país muy distinto de la ciudad esmeralda de Oz: una república democrática disminuida, siempre frágil, y vulnerable.
Algunos han expresado temor por la discusión franca que el debate ha generado. Pero yo creo que ese otro debate democrático es la única forma de volver a la realidad.
One response to “Biden y el Mago de Oz”
Me encantó la comparaciòn con la experencia de Dorothy y el pequeño Mago de Oz. En cuanto al tema político…..